martes, 30 de diciembre de 2008

Mi futuro asegurado gracias a la orino-terapia


Eran las 7:20am, los pequeños destellos de sol se asomaban por las rendijas de la persiana de mi cuarto, como ya es costumbre suena al lado de mi cama un aparato de mediana tecnología, el cual tiene el capricho de solo leer el Take Them On, On Your Own de BRMC, y como si estuviera prediciendo el resto del día, el 90% de las veces suena Going Under:

“Nobody cares what you look like
Nobody cares what you say
And nobody cares what you're saying
And Nobody cares for your soul
Nobody cares where you're going baby you've got nothin' left to hold”


El día continua con la invariante rutina del bus, pago con un billete con la imagen de Policarpa para dejar al conductor sin vueltas, no importa que quede con un taco de monedas en mi bolsillo que simulan una verga, lo ideal es molestar al sujeto para que pise el acelerador, siembre el terror colectivo, y pueda llegar a mi “trabajo” temprano para robarme las galletas que compran especialmente para el presidente de la compañía.

El presidente, es una figura atípica para sus pares, mantiene buena relación con todos sus empleados al tratarlos como amigos, es carismático, es un enano sencillo (se nota a leguas que es su gran trauma), optimista, dedicado a su trabajo y a su cómoda vida hecha a punta de trabajo bien ganado; tuvo que joderse mucho para llegar a pisar con barro las alfombras de su multinacional y no ser él quien las limpia arrodillado en el piso.

Siendo las 9:30am, lo escucho refunfuñar por sus galletas danesas, Dora logra calmarlo dándole más café, y noticias sobre el día que le espera.

Me voy para mi cubículo, nada especial, pero al menos está alejado de todos los diseñadores de la compañía, así que Bizarre Love Triangle no alcanza a llenar mi lugar por fortuna. Antes ponía una emisora de last.fm, pero Jiménez, el auditor de la compañía odia que alguien con un cargo inferior utilice el ancho de banda y le robe protagonismo a sus historias con mujeres tageadas en Fakebook, aparentemente modelos de baja gama utilizadas como prostitutas del mercadeo y la publicidad.

Cuando por fin me acomodo en mi lugar, llega Dora, con sus minifaldas remendadas, y su actitud de ama de casa desesperada a ofrecerme un vaso de agua, siempre lo acepto porque en el lugar hace un calor infernal.

El vaso de agua me condena a tener una charla superficial de unos 10 minutos donde me comenta sus problemas, presume de sus capacidades sociales, y se lamenta por no conseguir pareja, no sé si el tono de voz que maneja es genérico, o lo usa solo conmigo, a veces me invita a almorzar; pobre, creo que no sabe que mi sueldo es el doble en referencia al suyo. La charla termina cuando una bendita llamada interrumpe el dialogo y la obliga a trabajar; “para eso te pagan perra”, pienso.

De mis labores salgo en 20 minutos, unos cuantos correos, tal vez unas llamadas telefónicas, y el resto del día solo tengo que jugar solitario o buscaminas una y otra vez, en verdad no hay nada más que hacer, ni siquiera morbosear a las juveniles e incapaces publicistas.
Por fin llega mi momento más esperado de la mañana, la ida al baño, es el instante que puedo arrojar con tranquilidad la atmosfera grisácea que inunda ese mundo de colores e ideas “locas”, llego a la puerta, tomo la chapa e intento girarla, por lo general esa manija es dura, por lo tanto, ése día hice un mayor esfuerzo al habitual, y giré la chapa con fuerza.

Al abrir la puerta veo con asombro y algo de risa al presidente de la compañía orinando en el lavamanos, el mismo que Dora usa para lavar sus dientes luego del almuerzo y de pintar su cara buscando mejorar sus habilidades sociales para algún día vivir con los hombres. Un embudo que salía del lavamanos, hacia contacto con una botella donde caía la orina.

El presidente me grita desesperado:
- Cierre la puerta, cierre la puerta!
Con risa le respondo:
- Por qué?
Replica:
- Pues por obvias razones

Luego intenta tapar toda esa vergüenza lo más pronto posible, y me explica el por qué de su comportamiento.

“Cuando yo era pequeño, vivía con mi mamá, mi papá, y mis hermanos en un ranchito en Supia, un pueblito de Urabá, yo llegué a Bogotá como un campesino buscando trabajo, gracias a Dios lo encontré, y empecé a sufrir las consecuencias de ser un campesino de un pueblo de tierra caliente, la gente de allá que viene a la altura le da un soponcio, y la creencia del pueblo es que ese mal se cura tomándose la propia orina, ósea la orino-terapia, yo me imagino que ya la ha escuchado antes.”

Se quedo mirándome buscando mi aprobación a su acto meón. Le pregunté que cuánto tiempo llevaba él viviendo en Bogotá, me responde que llevaba ya 25 años en la capital.

- Y no ha probado otros métodos? deben existir.

“Claro que los he probado, he ido a todo tipo de médicos y curanderos pero lo único que me cura esto es mi propia orina”.

Mi estallido de risa no se hizo esperar, y con él, llego el cambio en su cara siempre llena de optimismo y felicidad.

“Mire, ya estoy acostumbrado a que hablen mal de mi en esta empresa, de eso no vivo, si quiere salir a contar el chisme hágalo, no me va a afectar, publíquelo en un correo electrónico con copia a todos”.

Recordé una historia que conocía sobre él, alguien le había jugado una broma pesada en su cumpleaños, reunieron a todo el personal en un parque cercano, y le hicieron abrir una caja gigante empacada en papel regalo, en medio de los aplausos y la expectativa de la gente, él abrió la caja y encontró un pequeño triciclo rosado acompañado de ropa de bebé.
Ese alguien dio en el clavo, lo había hecho lucir como un payaso, había desnudado toda esa imagen hipócrita de presidente amigo de todos, noble y humilde.
La consecuencia de esa broma fue la cancelación de todo tipo de actos ligados con la compinchería.



Vuelo a la charla, y le digo: Está bien.

Salí del baño caminando por el pasillo y mirando por encima del hombro al personal, ahora yo sabia algo que estos soquetes ni imaginaban.

Me siento en mi cubículo con síntomas de risa y emoción, el presidente me ve y me llama a su oficina.

- Lo he pensado bien, y es un rumor que va a dar mucho de que hablar, estamos entre amigos no?
-Tranquilo, no me interesa contarle esto a la gente, acá no tengo amigos, al contrario, la mayoría de la gente me cae como un culo.

Llegó la hora del almuerzo, mi jefe con quien acostumbro salir a almorzar no estaba en la ciudad ese día, Dora aprovecha el momento y me invita. Salimos a comer algo, cuando acabamos ella saca una botella de agua similar a la susodicha botella de orina, y de nuevo no puedo evitar la risa, me pregunta “por qué te ríes?, tu eres muy burlón, acaso te parece mal que tome agua después del almuerzo?”
“Lo que me da risa es que llegues a enjuagar tus dientes con orina de presidente.”

Ella procesó mi comentario como un chiste de alto nivel intelectual, y para disimular soltó una falsa carcajada.
Supongo que Dora no escapo de su rutina frente al espejo, si llevaba haciéndolo todos los días durante ocho años, por qué ese día iba a dejar de hacerlo.

Al día siguiente llegué temprano como ya era habitual a robarme las galletas danesas, para mi sorpresa había 3 cajas extras, no había dispensador de agua así que el café estaba bien en esta ocasión.

Una carta reposaba en todos los escritorios de los empleados, la carta decía “Se habilita un nuevo baño para el uso de los empleados en planta baja”.

Dora lee la carta en voz alta y me dice “para qué un baño tan lejos, que sigan habilitando este”.

Le digo – Sí, el aliento a amoniaco de Urabá es lo que te identifica.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Mi hija desaparecida sale rentable (Caso Madeleine)

Por qué no? El aborto ya no es costoso, pero la desaparición es más rentable.







Los perros pisteiros brindan por los McCann para evitar una querella.
Los expertos jurídicos consultados aseguran que la decisión de los perros es la más adecuada. De otro modo hubieran tenido que afrontar además del costo del proceso, una millonaria condena en aportaciones al fondo Madeleine McCann's Fund: No Stone Unturned®, sociedad limitada.




Si su hija se pierde, cámbiela por una novilla, esta le da leche.