domingo, 6 de mayo de 2012

Decadas

Decades


Subí esa tarde nublada al vagón del tren AG4 un lugar común para todos, no sabía exactamente a dónde iba lo cual estaba bien, muy bien. El asesor de viaje me solicitó mi tiquete, le dije que lo había perdido pero él fue quien recibió mi tiquete de pago por tanto como al resto de la tripulación se me concedió una silla aleatoria, me senté al lado de la ventana que rapté rápidamente antes de que un niño con ínfulas de adolescencia me quitara la única diversión que podría tener ese día. El viaje inicio a la 1:19pm, ¿optimismo? No, poco a poco ha sido una palabra que afortunadamente el mundo me enseñó a malinterpretar, me acomodé esperando que no prendieran el televisor, puse mi reproductor musical con insistentes pistas de JD, divagando sobre qué debo esperar ahí sentado, de repente Mcannon prendió la imagen de la caja idiota y la esperanza de ver momentos aleatorios me fue concedida una vez que “el último tren a auschwitz” apareció, una fatídica historia de judíos viajando hacia un campo de concentración nazi, fría y suculenta historia, con la cual me sentía parcialmente identificado. A mi lado iba un abogado, su chaqueta bordada empresarialmente marcaba su apellido “Cameni” me saludó de manera normativa aludiendo problemas de espacio en la silla –Perdón, mi pierna necesita espacio, - tranquilo, la mía también. El vagón se llenó de tal manera que iba gente de pie como vacas con cuero barato, era el último tren a ese destino cualquiera, no estaba mal sentirse acompañado. Filas y filas de gente empresarial, algunos acompañados de sus ínfulas prestablecidas, su futuro podría estar bien servido, el mío no. Cameni me preguntó: ¿le molesta si pongo mi chaqueta sobre sus problemas? – ¿Cuáles problemas? respondí – los que noto altamente… nadie reproduciría 40 pistas de JD en un solo trayecto, a menos que su vida fuera feliz. Es cierto, pero no sé si son problemas, pueden ser choques eléctricos que el cuerpo genera para sentirme mejor, es la naturaleza humana sentirse desdichado por necedades e insatisfacciones, - ¿Puede compartirme un audífono? Sí, solo si no tiene cera en los oídos… No, no la tengo, - está bien, le dije. Bueno amigo, cuénteme ¿qué le pasa? - No es nada, luego, voltee a mirar la ventana con un paisaje lleno de arboles y pinos que se veían iguales. Estuvimos callados cerca de 15 minutos, hasta que Cameni me ofreció un poco de maní sin sal, no sé como lo sabia el tipo pero me encanta ese sin sabor del cacahuate. Me dijo: ¿sabe usted que reprimir sus sentimientos con su entorno es difícil? – sí, lo sé – entonces cuál es su problema, es la gente de este tren, la cuestión de saber qué hacer apenas nos bajemos, o es Vela?, El tipo me conocía o era fan de Walter Mercado, en ese momento fue una cara desconocida, mi cerebro estaba protegiéndome de lo contrario cómo iba a saber quién era Vela. –Es todo Cameni, jodidamente todo. – ¿Por qué? - La gente que pobló este tren me es indiferente, sin embargo no entiendo por qué yo, un tipo correctamente normal con dientes plagados de nicotina y coca cola debe compartir un escenario con esta serie de caras conformistas. – ¿Ah, es usted uno de esos hombres que le encanta encasillar a su entorno por su política? – No, realmente lo odio, no tengo una clasificación para nadie, pero mírelos, lucen felices, así se note que viven en un mundo que intentan tapar con vanalidades. – Claro, son humanos, también plagados de nicotina y coca cola, no hay nada que agregar de ellos – dijo Cameni. Respondí con decepción: exacto.. sin embargo no sé porque no los soporto, - ¿Será eso acaso, que ellos si lo soportan a usted? – No, ellos ni siquiera saben quién soy, solo me ven como un tiquete, una masa uniforme del cual algunas preguntarán vicisitudes físicas, y cuando mucho sabrán qué hago. – Es lógico. El viaje continuo, tuvimos una breve parada en un quiosco de servicio, el tren debía recomponer unos frenos, nos bajamos a compartir algo de alquitran, -¿ y usted quién es Cameni? A dónde va? Qué busca? – Debo asistir a un congreso, soy abogado, soy otra persona uniforme de esa fila del vagón, no busco nada, realmente no quiero pensar en ello; en ese momento suspiró algo aireado, sentí que me entendía. – ¿Vela estará cuando nos bajemos? Replico Cameni, - sí, ella estará ahí dentro de la fila de personas, tomando un café posiblemente. – Veo, que cálida situación. – No, es tibia, ¿ha visto esos trozos de hielo con figuras humanas fabricados para fiestas que se derriten en medio del festín? – Sí claro, mi hija tuvo uno en su fiesta de cumpleaños, una vez todos los invitados vieron la forma derretirse se olvidaron de ella, sin embargo ella sedienta por ver qué pasaba intento hurgarla son sus pequeñas manos, tenía una gran expectativa en saber qué podía pasar con aquella figura, entre más lo intentaba más dañaba sus dedos. – Sí, conozco bien esas figuras, me encanta hacer lo mismo que a su hija, entre más intento calentarla, más forma va perdiendo, un día intenté enfriarla en una nevera con la consigna de mantener la figura, pero eso solo hizo que yo sintiera más frio e igual la figura se fuera perdiendo. – Tranquilo, no fue su culpa.



 El tren inició su marcha de nuevo, llamaron a todos los pasajeros para abordar, nos sentamos justo en la escena de la película donde los reclutas nazis están pidiendo agua para saciar la sed, me ubiqué en la ventana, pero Cameni tomó mi hombro bruscamente y dijo: es mi turno de estar ahí; el tipo me agradaba, así que lo deje sentarse, sin embargo mi mezquina personalidad desató la pregunta: ¿por qué la ventana? – sencillamente quiero divisar la vida como la ve usted, es un puto afortunado. Solo reí, cada vez me agradaba más este jodido desconocido.




 ¿Por qué se esfuerza en agradar de una manera desagradable? Me preguntó, - Tal vez sea cuestión de orgullo, si me esfuerzo por agradar de “buena” manera estaría parado en el vagón y no sentado acá con usted. – ¿Le gustan las alusiones subliminales? Dijo Cameni, - sí, me gustan y mucho, hacen sentir mal a la gente de una manera tan divertidamente inteligente que soy incapaz de resistirme ante ese placer; en ese momento el reproductor musical se cayó al piso, lo recogí y cuando nos volvimos a poner los audífonos irónicamente repetía una y otra vez la frase de sound of music: “See my true reflection, Cut off my own connections, I can see life getting harder, So sad is this sensation, Reverse the situation, I can't see it getting better.” Cameni dijo: ¿Se suicidó no? Era un bastardo emo, pero ¡qué grande era!. – ¿Por qué Emo? – fácil, no tenia nada y su decisión fue morir, como le dijo David Bowie, ¿no le parece “emo”? –Sí. Cameni, ¿le han dicho alguna vez que haga las cosas por usted? – Claro, siempre me lo están diciendo, tengo una excusa para evitar debatir, digo que hago las cosas por mi hija, ella tiene 7 años, no tiene la culpa de mis indecisiones, realmente quisiera responder a la gente que no sé qué decir ni qué pensar, seguramente unos testigos de Jehová me van a decir que ella es un motor, solo que cuando tenga 27 años abandonará a su padre y le dará unas gracias normativas por todo, y eso es “normal”. Cuando se hacen las cosas para aumentar el placer personal, en mi caso no van a estar encaminadas a hacerlas por mí, la decepción es mi esencia, eso me alimenta, no quiero caer en ese vinculo emocional con la desdicha de aconsejar a la gente y decirles que sean felices por ellos mismos, ¿si usted estuviera solo en el planeta, y tuviera todos los medios que le garanticen hacer las cosas que quiere creando humanos incubados en maquinas que expresen sentimientos que usted busca inconscientemente, no quisiera estar acompañado de alguien que lo decepciona? - Sí, tiene la boca embarrada de razón, (frase aprendida en charlas superficiales de gran utilidad con mis amigos en la ciudad). - Solo viva, la tragedia disminuirá ahí, las preguntas son para gente quejumbrosa las soluciones son un pretexto de felicidad temporal, y la unión de la felicidad temporal es la tristeza profunda, hago muchos gráficos.




 Sin darnos cuenta el reproductor había vuelto a funcionar normalmente, y these days contemplaba el resto del recorrido. De ahí en adelante no tuvimos mucho que decir, terminamos de ver la película y en 5 minutos el tren paró, ya eran las 5:50pm, Cameni me indago para saber si iba por la misma ruta que él, - voy al seccional Pl667, - le dije que tuviera un buen viaje, ni siquiera sabía a dónde iba a ir, Cameni tomó mi mano, la estrechó fuertemente y me dijo con un tono seco y vulgar: Buen viaje a la nada; le pedí un poco de maní porque tenía hambre, me dio la bolsa entera alegando que le daba asco compartir una bolsa manoseada. Empecé a caminar y luego de 20 minutos me encontré con Vela en la puerta del auditorio, me dio un beso frio en la boca combinado por el escepticismo del ambiente que había hecho que sus labios se congelarán, su gesto como siempre de cansancio reflejaba que su viaje había sido largo y agotador, entendía su malestar, viajar 3 horas para ir a ver otra fila de desconocidos, sumado a mí, todo junto el medio perfecto para deprimir a cualquiera. Inició la exposición y ella para evitar dormirse hablo con varia gente del público asistente, de vez en cuando cruzaba frases conmigo, nada importante realmente. Una vez se terminó el show, salimos a comprar los boletos de regreso del tren, con un silencio implacable. - Estoy cansada de todo esto, no quiero volver – yo también estoy cansado, tampoco quiero volver, solo te quiero ver a ti, a nadie más. – Me pasa lo mismo; me contestó, luego la abrace cariñosamente, ella prendió sus mejillas a mi pecho, pero rápidamente subió su cabeza, me tomó de la mano y dijo que nos fuéramos del lugar, me pidió perdón, dijo que todo iba a valer la pena, esas jornadas de cansancio serán desplazadas por felicidad, por logros, eso me lo manifiesta siempre personalmente, pero públicamente le da pena, ¿son mentiras realmente vivas?.



 La cadena de venganza ya no retorna, antes era como morderle la oreja a Evander Hollyfield, podrías tener una retribución en forma de carne, she’s lost control again, she’s lost control. Tomamos el tren de regreso, me pregunto porque ahora es tan incomodo, sencillamente son dos personas dirigiéndose a un lugar, no tengo dudas de su cariño pero ahora me resulta desconocido, es raro, tibio y molesto como saliva de bebé, pero a la vez real cuando me besa en mi cama y me mira a los ojos que reflejan esa capacidad para depender de mi. Siento ese aroma de decepción natural del que hablaba con Cameni. Bajé del tren, caminé para tomar mi bus de regreso a casa y tropecé con una piedra que hizo girar mi groso cuerpo al andén. Ahí desperté, realmente estaba en el hospital entubado, mire a lo lejos y me pareció ver a Vela sentada en una silla llorando, son lagrimas de decepción, reales e inventadas, como todo, mañana esto no existirá y todo pasará a un estado indeterminado.